En 2019 Barilla, la conocida empresa fabricante de pasta consumió 165 GWh (590 GJ) de energía térmica de fuentes no renovables en sus nueve fábricas en todo el mundo. Para los que no se hagan una idea de cuánto es esto… pues es una barbaridad. El proceso de fabricación de pasta, panes y salsas requiere altas temperaturas. La firma se planteó en un momento estudiar qué posibilidades tenía de ahorrar en este capítulo, además de reducir su huella de carbono, y dio con un novedoso proyecto europeo de investigación llamado HiFlex. Once socios del mundo de la investigación y la industria de siete países diferentes unieron sus fuerzas, coordinados por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Recibirá, además, 13,5 millones de euros de la Unión Europea.
La central HiFlex utilizará espejos instalados en 6.000 metros cuadrados para dirigir el flujo solar a un receptor de elementos cerámicos. El receptor rota y la fuerza centrífuga calienta las partículas a entre 400 °C y 1000 °C. Cuenta con un receptor de 2,5 MWth, un sistema de almacenamiento de energía térmica de 20 MWh y un generador de vapor a 620 °C construido por la empresa española Sugimat. La central generará una potencia térmica máxima de 2,5 MW y proporcionará un suministro de calor de 800 kW. Tras una reducción de la presión y la temperatura, el calor se suministra a 135 °C., suficiente para crear macarrones y salsa boloñesa.
Pero más allá de los detalles técnicos y se lo novedoso del sistema nos gustaría resaltar de esta noticia el cada vez mayor interés de las empresas por analizar sus gastos en consumo energético, estudiar alternativas más eficientes, ecológicas, y a largo plazo más baratas, y reducir sus emisiones contaminantes con la perspectiva puesta en los próximos años.