No es un mito, es la realidad: el precio de la energía en España es el quinto más alto, tanto de la Unión Europea como de todo el continente. Incluso, si tenemos en cuenta el poder adquisitivo, es el segundo país donde la energía cuesta más, solo por detrás de Alemania. De hecho, la factura ha subido casi un 100% en los últimos 20 años.
Los principales factores
Si vemos el cuadro de arriba, podemos comprobar que el precio de la electricidad en el primer semestre del año y antes de impuestos, es decir, lo que cobran las compañías generadoras y distribuidoras estaba en la media de toda la región, lo que significa que la malvadas eléctricas quizás no eran tan malas. No pretendemos defenderlas, ni mucho menos, sus beneficios anuales suelen ser astronómicos y siempre podrían tener algo de margen para abaratar los precios. Solo constatamos que, al menos en ese aspecto, no son peores que en otros países, donde el coste final para el consumidor no es tan alto. ¿Pero entonces? Vemos en el mismo cuadro, con los colores rosa y azul, que entre un 40 y un 45% del precio final estaba conformado por diversas tasas y los impuestos, principalmente el IVA, que era del 21%.
Sin embargo, en el segundo semestre las tornas han cambiado: los precios mayoristas se han disparado en todo el mundo debido a una serie de factores, algunos relacionados con la pandemia, con la subida de los precios del petróleo y el gas, los derechos de producción de CO2 y el fuerte aumento de la demanda general después de la gran crisis de 2020. El Gobierno ha reaccionado anunciando la reducción del impuesto especial eléctrico, del 5,1% al 0,5%; bajando el IVA hasta final de año del 21% al 10%, y suspendiendo hasta el 31 de diciembre el Impuesto sobre la producción eléctrica del 7%.
Pero quizás lo más interesante es que las eléctricas deberán devolver al sistema unos 2.600 millones de euros que habrían cobrado indebidamente. El precio de la electricidad tiene como referencia el del gas, pero no toda la energía se genera con esta materia prima, eso es evidente. Sin embargo las compañías han repercutido el precio de este a toda la producción, así que, finalmente, se verán obligadas a devolver parte de los beneficios extraordinarios que han conseguido al cargar sobre las centrales de generación de electricidad los costes de gas que no soportan. Y, a pesar de todo esto, no se espera que los precios se reduzcan significativamente en los próximos meses. Pues igual si que son tan malvadas como parecen.